El Manual de Diagnóstico de Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría reconoce al "trastorno por atracón" como el tercer trastorno del comportamiento alimentario. Se caracteriza por un patrón de comportamiento alimentario alterado, en que el individuo que lo padece presenta episodios recurrentes de alimentación compulsiva. En dichos episodios se realizan ingestas alimentarias que son en cantidad y voracidad, superiores a lo que normalmente comería cualquier persona en el mismo período de tiempo, y se viven con una sensación de pérdida de control. En un atracón un paciente puede llegar a ingerir una cantidad enorme de calorías, alcanzando en algunos casos las 20.000 kcal.
Las manifestaciones para diagnosticar a una persona como comedor compulsivo requiere al menos tres:
Comer más rápido de lo normal, haciéndolo hasta que se sienten llenos.
Comiendo mucho aun no sintiendo hambre.
Comiendo solos por vergüenza.
Sintiéndose mal y culpables tras el atracón.
Para tener un cuadro completo, los atracones deben ocurrir al menos una vez a la semana durante tres meses, y vivirse con estrés e insatisfacción con sí mismo. El diagnóstico también requiere que el trastorno no ocurra como una fase dentro del curso de otro trastorno del comportamiento alimentario.
La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, una encuesta representativa de la población adulta nacional estima una prevalencia de vida de 2.5% para la bulimia y no encontró casos de anorexia. En la población adolescente escolar se ha estimado 2.8% de mujeres y 0.9% de varones como posibles casos de algún trastorno alimentario aunque no provean diagnósticos. Debido a que la adolescencia es la etapa en la que se inician estos trastornos, es necesario contar con datos fidedignos en la población adolescente para guiar la planeación de servicios y las políticas públicas de salud.

Los atracones están desencadenados, generalmente, por estados emocionales negativos, como es la depresión, la soledad, el aburrimiento, la disfuncionalidad y la calidad del funcionamiento familiar que juega un rol importante en su curso, etc. Además de los atracones, hay asociados determinados comportamientos relacionados con la alimentación, como es el comer muy deprisa, comer a escondidas, comer hasta sentirse muy lleno, comer grandes cantidades de alimento a lo largo del día sin planificarse las horas de las comidas, comer grandes cantidades en ausencia de hambre que llevan a la persona a sentir un enorme malestar, sentimiento de culpabilidad y como consecuencia se desencadena un estado de ánimo deprimido que incluso puede llegar a ser autodenigrante ("no puedes para de comer", "siempre serás una foca", "vas a reventar").
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